Presentación

Este proyecto en gran medida viene a continuar el trabajo realizado con el proyecto VIDARQ (HAR2014-52248-P). Nos centrábamos entonces en el estudio de la casa de puertas para adentro durante los siglos XV y XVI y hemos logrado avanzar y tener un conocimiento más profundo y riguroso sobre la casa en esos momentos, pero aún queda mucho por hacer pues ha sido muy relevante la riqueza de material encontrado y las nuevas preguntas y metodologías que hemos acordado se pueden aplicar al estudio de la vivienda. Ya entonces apuntábamos la necesidad de estudiar no solo los espacios que configuran una casa sino también los ajuares que había en ella, y no solo en viviendas que pertenecieron a personajes de la nobleza bien posicionados, sino también a la nobleza segundona y especialmente otros grupos domésticos conformados por diferentes profesiones (pequeños comerciantes, artesanos). No se trata de hacer listados de ajuares sino de entender las cosas en su espacio, los objetos en su vida cotidiana. Y es esta línea la que proponemos en VESCASEM.

Un aspecto fundamental al estudiar la casa es el análisis de las personas que la habitaron. Hay que intentar unir las trayectorias vitales con el análisis del espacio doméstico, ubicando el estudio de la casa en un plano muy dinámico y complejo, lejos de ofrecer una imagen inerte y estática. En muchas ocasiones, y especialmente con los grupos sociales alejados de las oligarquías y del poder, solo podemos reconstruir un fragmento de esa vida o una situación que se produjo en un momento determinado y entonces solo nos permite recomponer la vivienda de manera esporádica.

Para estudiar el grupo doméstico que vive bajo un mismo techo debemos tener en cuenta las relaciones de parentesco, servidumbre o de esclavitud. Y aquí se generan muchas casuísticas. Los hijos crecen, la gente envejece y enferma, y todo eso hace transformar la casa, cambiar los usos de los espacios, ampliar o dividir estancias. En este marco es necesario adentrarnos en el mundo de las emociones y afectos, tomando algunos referentes para su análisis en el interior de la vivienda (cuidado, juego, solidaridad, autoridad). La relación emocional de las personas con las cosas ha comenzado recientemente a ser tema de estudio académico. En las ciencias humanas, la investigación del significado emocional de los objetos ha sido iniciada por arqueólogos, historiadores del arte y teóricos de la cultura material. Los objetos desempeñan un papel clave en simbolizar y cimentar las interacciones y las relaciones, en dar forma a nuestras identidades pasadas y presentes. Del mismo modo, los espacios pueden implicar una carga emocional importante. Pensemos en lo que supone estar ante una puerta, esperando ver qué hay detrás de ella y, al golpearla, iniciamos un ritual de espera respetuosa y pausada, no es un gesto vacío. Y el que espera es el extraño que solicita entrar y espera ser admitido por parte del otro.

Esta historia de las emociones puede ser aplicable tanto a lugares como a objetos. A lo largo de la historia, los espacios, el mundo material y los objetos hechos por el ser humano se han utilizado para crear identidades y dar forma a las relaciones sociales. El lugar que se ocupaba en la mesa muchas veces tenía un carácter jerárquico y simbólico, la circulación entre habitaciones dentro la casa implicaba un significado que respondía al lugar que se tenía en ella, el uso de un determinado espacio jugaba un papel en la construcción de emociones, un servicio de mesa podía significar símbolo de hospitalidad y sociabilidad. En definitiva, se trata de reconstruir la historia a partir de los objetos y devolverle a esa materialidad su motor o valor emocional.

En el contexto historiográfico español la exploración en conjunto sobre distribución interior y bienes es más escasa, y prácticamente inexplorada desde el plano de la historia de las emociones. En nuestro caso, y continuando con el proyecto llevado a cabo con anterioridad, proponemos abordar el estudio detallado de los interiores de casas del siglo XV-XVI, profundizando con la distribución de estancias y la relación que los ajuares pudieron tener con el espacio físico y, en definitiva, entender algo más de las prácticas cotidianas y hábitos emocionales llevados a cabo en un mismo espacio.